La debida gestión pesquera

El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas. Paul Greenberg

REVISTA PESCA

La Revista Pesca es un medio de información alternativo que presenta artículos, opiniones y noticias referidas a la pesca en el Perú y el mundo, con énfasis en la política pesquera, la sostenibilidad de los recursos pesqueros y la seguridad alimentaria. En este blog se publican notas de importancia, así como novedades del sector pesquero.

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Merecemos una gestión de la pesca con visión de país y compromiso con el ciudadano.

Los peces del Perú, primero para los peruanos


lunes, 4 de agosto de 2014

UN GOBIERNO DÉBIL



Por: Steven Levitsky, destacado politólogo con estudio en Ciencias Políticas por la Universidad de Stanford (1990) y un doctorado en la Universidad de Berkeley, California (1999).

Parte de la derecha sigue obsesionada con el poder de Ollanta Humala y Nadine Heredia.  Cree, todavía, que el chavismo está en la esquina.  Para el Dr. –perdón, señor– Alan García, el gobierno es “chavista autoritario”, la Ley Universitaria es chavista, y el discurso presidencial del 28 de julio fue parte de un proyecto reeleccionista.  El director de Peru.21 no puede dejar de escribir las palabras “Nadine 2016”.  Miguel Santillana describe la elección de Ana María Solórzano en el Congreso como un “autogolpe conyugal”.  Y según el congresista fujimorista, Héctor Becerril,  la Primera Dama “ha copado todas las instituciones del país”, y con la elección de Solórzano, “tiene el poder total”. 

¿Autoritarismo chavista? ¿Autogolpe? ¿Poder total? ¿En qué país viven? En el Perú de hoy, lo que llama la atención del gobierno humalista no es su poder sino su debilidad. Humala y Heredia están cada vez más solos.  Rompieron su alianza con la izquierda pero no lograron convencer a la derecha.  Y sus aliados del centro ayudan poco.  El Presidente ha perdido su apoyo popular y es poco probable que lo recupere.  La aprobación presidencial está en 25%, y Nadine ha caído a niveles parecidos.  (Los gobiernos con 25% de aprobación no son capaces de proyectos reeleccionistas.)

El gobierno pierde el control del Congreso.  En marzo, el gabinete Cornejo casi no logró el voto de confianza, y la semana pasada, el oficialismo casi perdió la Mesa Directiva.  Pocos se sorprenderían si la pierde en 2015. 

Finalmente, Humala pierde el control de su propio partido.  El Partido Nacionalista es un instrumento personal, creado por y para los Humala-Heredia.   La bancada nacionalista casi no tiene vida propia.  Y sin embargo, ha perdido 11 de sus 47 congresistas.  No es fácil, siendo oficialista, perder la primera mayoría en el Congreso.  Pero el humalismo está a punto de hacerlo.  

Lejos de ser reeleccionista, entonces, el presidente Humala se está convirtiendo en un “pato cojo” (o “lame duck”), un Presidente que pierde autoridad porque todo el mundo sabe que se va.  Sin apoyo público o sostén político, el humalismo no constituye ninguna amenaza.  Si un giro chavista y la ‘reelección conyugal’ siempre fueron improbables, ahora son casi imposibles. 

La única fuerza que el gobierno amenaza es el propio humalismo.   Si persiste el deterioro político del gobierno, sus perspectivas electorales en 2016 irán de mal a peor.  Aún si Nadine encabeza la lista legislativa, es probable que Gana Perú siga el camino de Perú Posible en 2006 y el APRA en 2011: una mala elección y una bancada pequeña.

Las torpezas del humalismo podrían hasta minar sus posibilidades en 2021.  Como van las cosas, Ollanta y Nadine saldrán del poder políticamente debilitados. Incapaz, hasta ahora, de reaccionar ante el bombardeo de críticas generado por su rol activo en el gobierno, Nadine ha perdido la gran parte del capital político que tenía hace dos o tres años.  Ya no es muy querida por el electorado.    Si no aprende a hacer política, 2016 podría ser el fin, y no el principio, de su carrera política.

Hoy en día, el peligro para la democracia no es el poder de los Humala-Heredia: es la desilusión pública.  Este gobierno ha hecho varias cosas bien.  Hay avances significativos en educación, salud, y política social.  Pero han sido opacados por la ineptitud política del equipo Humala-Heredia y su insistencia en no ceder espacio político a nadie.   

Como consecuencia, el electorado peruano está decepcionado de nuevo. Desde hace más de una década, los peruanos están profundamente descontentos con sus gobernantes.    No confían en los políticos. No los creen dispuestos o capaces de responder a sus demandas principales. Humala debe su triunfo en 2011 a ese descontento. Pero lamentablemente, su gobierno solo lo refuerza.

La desilusión fomenta el populismo. La antipatía hacia los políticos no se limita al oficialismo. El nivel de desaprobación de todos los principales candidatos opositores supera a 50%.   En otras palabras, una mayoría desaprueba a todos los presidenciables.  Cuando el descontento abarca a toda la clase política, el riesgo del populismo es alto.

Según Juan Carlos Tafur, existe hoy espacio para un populista de derecha.  Muchos peruanos están frustrados por la incapacidad de sus gobernantes de responder al problema de la delincuencia.  Y la seguridad es casi siempre una bandera de la derecha. Un populista de derecha atacaría a la clase política por su inacción ante la delincuencia. Y prometería combatirla personalmente, pasando por encima de los políticos y sus instituciones “corruptas” (Congreso, Poder Judicial).  Alberto Fujimori y Álvaro Uribe utilizaron un discurso parecido –y con mucho éxito.

El populista de derecha podría surgir del seno del propio gobierno.  El Ministro del Interior, Daniel Urresti, empieza a construir la imagen de un hombre de acción que soluciona, personalmente, los problemas de la gente.  Y parece que cae bien.  

No sé si Urresti tiene ambiciones políticas.  Y aun si las tiene, existen innumerables factores que podrían sacarlo de la carrera antes del 2016.  Pero vale la pena señalar que su estilo populista puede rendir frutos electorales.  Y que trabaja en seguridad pública, que será un tema principal en las próximas elecciones presidenciales. 

Espero que no ocurra.  El populismo –sea de izquierda o derecha– siempre daña a las instituciones. Cuando los hombres son el eje de la política pública, pasando por encima de las instituciones y organizaciones, la institucionalidad se debilita.  El Perú ha sufrido dos siglos de debilidad institucional.

 Su historia está repleta de hombres que prometían “resultados” pasando por encima de las instituciones.  Y ha pagado caro.   De hecho, la democracia peruana sigue sufriendo las consecuencias del populismo autoritario de Fujimori.  

Hoy en la política peruana, el peligro no es el poder de Humala o Nadine.  Es su debilidad.  Un gobierno débil no podrá llevar adelante políticas públicas que aumentan la confianza de la gente.  Y mientras no se aumenta la confianza de la gente, la tentación populista persistirá. 

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